Un día Hiroshi estaba viendo la tele después de cenar. De pronto, aparece en la pantalla Lucy de Fairy Tail con un bonito top naranja y una falda azul. Hiroshi se quedó paralizado, los ojos le brillaban como si hubiera descubierto la oferta del siglo en el supermercado:
—“¡Qué mujer tan encantadora! ¡Y encima sabe usar magia!” —suspiró, con un corazón flotando en su imaginación.
Justo en ese momento, Shin Chan entró en la sala con su típico movimiento de caderas:
—“Papá, ¿estás enamorado de la rubia? Le voy a decir a mamá…”
Hiroshi, nervioso, trató de inventar una excusa:
—“No, hijo, solo admiro… eh… su poder mágico… ¡sí, eso!”
Pero ya era demasiado tarde. Misae escuchó desde la cocina y apareció con la sartén aún en la mano, fulminando a Hiroshi con la mirada.
—“¿¡Así que te gustan las magas rubias, eh!?”
Hiroshi tartamudeó:
—“No, cariño, yo solo… eh… estaba practicando investigación cultural.”
Shin Chan, con su sonrisa traviesa, remató la escena:
—“Mamá, papá quiere un hechizo… ¡para dormir en el sofá esta noche!”
Y así fue como Hiroshi terminó desterrado al sofá, mientras Shin Chan bailaba feliz alrededor de él cantando:
—“Papá está enamorado, papá está enamorado…”
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